Uno de geopolítica literaria
Tengo
cierta necesidad, como un drogadicto, de acercarme y leer las noticias
que todos los días brotan a modo de campo de opio y que yo consumo aun
sabiendo que me hacen mal.
Las vacaciones me habían servido para evadirme, nunca del todo —ya sabéis que eso de «desconectar» vale para un lavavajillas no para un humano— de lo que acaece en el mundo. Sentirme un poco con más autonomía, viviendo en el espejismo del uno mismo.
Cuando vuelves a la rutina —o tratas de ello—, también vuelve la información y con ella la vuelta a la consciencia de la pequeñez de uno, de la impotencia de saber que nada podrás hacer.
El
cinismo, el humor y la ironía nos salvan de un catastrófico final. Un
análisis muy crítico y sin cinismo de por medio es pura autodestrucción.
Leyendo
las noticias, el fracasado Biden, después de hacer el ridículo más
espantoso en tierras del opio, ha decidido poner en marcha la máquina de
propaganda a su servicio, esa misma máquina que le regala cargos y le
tapa sus innumerables miserias.
Resulta
que no poder ni controlar un aeropuerto contra unos pastores armados
por los propios americanos, es una lucha heroica —y ética— para que los
propios hijos de los americanos no mueran en una guerra. Así lo ha dicho
el presi. ¿Cómo te quedas?
Mientras muere gente que nunca se había muerto antes, el aparato mediático de nuestros dictadores democráticos nos dice que los talibanes ya no son como antes; ahora son ecosostenibles, transversales, inclusivos, respetan los derechos de las minorías, llevan una FFP2 perfectamente adaptable a la barba y han puesto dispensadores de hidrogel al lado de cada puesto de lapidación para que la muerte de la adultera sea COVID-Free.
Es muy del mundo actual hablar de minorías y joder a la mayoría. Supongo que es otra vuelta de tuerca de la demagogia griega.
Platón y Aristóteles ya advirtieron que la democracia siempre deriva en demagogia y esta en tiranía y vuelta a empezar.
Por fortuna para ellos, no tuvieron que negociar políticamente ni con ingleses ni con estadounidenses, sino probablemente uno se hubiera encerrado en la caverna y el otro se hubiera ido a conquistar el Indo con Alejandro Magno.
Tengo
mis dudas de si aún estamos en la demagogia o ya en la tiranía.
Teniendo en cuenta que China pone orden y que EE. UU. nos dice que los
talibanes deben tener un Gobierno paritario, tengo la sensación de que
además de la superioridad intelectual y material de China sobre
Occidente más que evidente, es que China es la tiranía necesaria a la
que nos lleva la democracia —siguiendo a los clásicos— y que la apestosa
demagogia anglosajona ya da sus últimos coletazos.
Mientras los talibanes imponen la sharía igualitaria, y disfrutan felices de unos coches de choque imponiendo un orden de paz y fraternidad, yo me dedico a editar libros. Y en eso tampoco hago demagogia. No quiero ser propaganda vacía y dejar el país echo unos zorros y el aeropuerto sin saber proteger, pero con mucho sentimentalismo de por medio; prefiero un poco menos de amor y un poco más de hechos. Menos palabras vacías y un poco más de verdad.
Solo eso.